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Marcelino Abad, el peruano de 125 años: su secreto de longevidad natural

Actualizado: 1 may

Hay historias que parecen sacadas de una novela mágica, de esas que uno leería pensando “esto no puede ser real”. Pero lo son. Y una de ellas es la vida de Marcelino Abad Tolentino, un peruano que no solo ha vivido más de un siglo, sino que lo ha hecho con una serenidad y una conexión con la tierra que hoy resulta casi inalcanzable. ¿Su edad? Nada menos que 125 años.

Sí, leíste bien. Ciento veinticinco. Este es el secreto de la longevidad:

Mientras la mayoría de nosotros apenas empezamos a pensar en jubilarnos a los 60 o 70, Marcelino sigue aquí, observando el mundo con la calma de quien lo ha visto todo. Su historia es fascinante no solo por los números, sino por lo que representa: una vida sencilla, austera, pero profundamente enraizada en la naturaleza y las costumbres de su tierra.



Desde el corazón de Huánuco

Marcelino nació el 20 de abril de 1900, en un pequeño rincón de la región de Huánuco, en Perú. Imagínate todo lo que ha pasado en el mundo desde entonces: guerras mundiales, aterrizajes en la luna, la invención de internet, teléfonos inteligentes… Y él ha estado presente para ver ese cambio de era, aunque desde un lugar completamente distinto al bullicio tecnológico del siglo XXI.

Su vida ha estado marcada por el contacto directo con la naturaleza. Durante décadas vivió en zonas rurales, en chozas de adobe, rodeado de árboles y montañas, cultivando sus propios alimentos y dependiendo muy poco de los avances modernos. Es un hombre que ha respirado aire puro toda su vida, que ha comido frutas del árbol y que ha caminado más que muchos de nosotros en toda nuestra vida.



El secreto de la longevidad (que no está en ningún libro)

¿Y cuál es su secreto? Pues, aunque parezca increíble, Marcelino no tiene una fórmula mágica. Su día a día ha sido simple: caminatas largas, una dieta basada en productos naturales —frutas, carne de cordero, hierbas, hojas de coca—, y sobre todo, una actitud tranquila frente a la vida. Nada de estrés, nada de prisas, y un vínculo muy fuerte con la Pachamama (la Madre Tierra).

En entrevistas, se le describe como un hombre de pocas palabras, pero de mirada serena y sonrisa fácil. Vive actualmente en un albergue en Huánuco, donde recibe cuidados del programa social “Pensión 65”, que no solo le brinda atención, sino también el reconocimiento que merece alguien con una vida tan extraordinaria.










Reconocimiento internacional

Su edad fue confirmada por registros oficiales, y recientemente se le reconoció como el hombre más longevo del mundo. Ni más ni menos. Ha superado a todos los récords anteriores, y lo ha hecho sin grandes alardes. Simplemente existiendo, caminando a su ritmo, y compartiendo con los que lo rodean.

Marcelino ha recibido homenajes, diplomas, atención de medios de todo el mundo. Pero lo que más emociona no es eso, sino el cariño que transmite la gente que lo rodea. Lo llaman “Mashico” de cariño. Es casi como una figura sabia, un símbolo viviente de la resistencia, del tiempo, de lo ancestral.



Lecciones de vida de Mashico

En un mundo que corre sin freno, donde nos preocupamos por lo inmediato, por lo urgente, por el celular que no carga o el tráfico que no avanza, la vida de Marcelino nos recuerda algo esencial: la vida puede ser otra cosa. Puede ser más pausada, más conectada con lo simple, más agradecida.

Quizás no todos podamos vivir 125 años, pero tal vez sí podamos adoptar algo del espíritu de Marcelino. Comer mejor, caminar más, respirar hondo, desconectarnos un poco del ruido, valorar lo esencial. Porque al final, eso parece ser lo que realmente cuenta.

Y mientras el mundo gira cada vez más rápido, él sigue ahí, como un árbol sabio que ha resistido todas las estaciones. Marcelino Abad Tolentino no solo es el hombre más viejo del mundo. Es también uno de los más sabios, aunque no lo diga con palabras.

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